El pulpo Oleg es el culpable de mi afición por los amigurumis.
Hace ya casi dos años, navegando por Internet, me topé con la imagen de este precioso muñeco.
Por entonces, no tenía ni idea de que era un amigurumi, así que empecé a informarme y descubrí que eran unos muñecos hechos con ganchillo.
No sabía ni siquiera coger una aguja de ganchillo, pero se lo enseñé a mi hermana y nos decidimos a aprender a hacerlos.
Cogí el teléfono, llamé a mi abuela y allí que nos plantamos las dos con nuestro ovillo de lana y una aguja que acabábamos de comprar.
Esa tarde fue horrible. Lo único que aprendí es que tengo muy poca paciencia.
La verdad es que pasaron meses hasta que volví a coger la aguja de crochet, pero poco a poco, a base de ver tutoriales, de darle la paliza a mi pobre hermana y de mucha, mucha paciencia, conseguí empezar a hacer algo parecido a un amigurumi.
Tardé casi un año en poder hacer a Oleg, pero sin duda, es uno de los amigurumis que mas cariño le tengo.
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